22 jul 2020

Catalina Howard (Parte 2)


En noviembre, Richard Jones dedicó "El nacimiento de la humanidad", un tratado sobre reproducción y partería, a Catalina. Aunque la reina aún no daba señales de embarazo, el rey parecía rejuvenecido. El 4 de diciembre, Marillac informó que Enrique había adoptado una nueva rutina: se levantaba entre las cinco y seis, escuchaba misa a las siete, luego salía a cabalgar hasta la hora del almuerzo, a las 10 de la mañana (Weir, 2011, p. 437).

A principios de abril de 1541, Catalina pensó que podría estar embarazada por fin. Lamentablemente, sus esperanzas no llegaron a nada: pudo haber sido una falsa alarma, o incluso un aborto espontáneo temprano. Lo que es seguro es que la decepción hizo que el rey volviera a estar de mal humor y, a principios de mayo, la reina estaba visiblemente disgustada debido a un rumor de que Enrique planeaba deshacerse de ella y recuperar a Ana de Cleves. Esta historia no tenía fundamento, ya que el rey se apresuró a tranquilizar a su esposa (Weir, p. 440).

En cuanto a la relación con sus hijastros, es bien sabido que tuvo un comienzo incómodo con lady María. Consideraba que su hijastra no la trataba con el mismo respeto que a sus predecesoras. Catalina, pese a su poca influencia política, representaba a la facción católica conservadora, así que, sus creencias no eran el problema. Sin embargo, a lady María debió costarle trabajo respetar como su madrastra a una mujer cinco años mayor. Después de este suceso, María intentó reconciliarse con la reina. 

El 17 de mayo de 1541, Chapuys informó: "Hace una semana el rey y la reina fueron...a visitar al príncipe [en Waltham Holy Cross en Essex] a petición de lady María, pero principalmente por intercesión de la propia reina". Según Chapuys, el rey otorgó permiso a María para residir en la corte y la reina lo respaldó de buen grado. El informe omite a lady Isabel, por supuesto, quien todavía no era perdonada por los imperialistas debido a su posición como hija de Ana Bolena. Pero Catalina se aseguró de que ella también tuviera algún tipo de participación en la reunión familiar.El 4 de mayo, uno o dos días antes de la visita a Waltham, la reina viajó por río desde Chelsea a su casa en el castillo de Baynard. Al día siguiente, lady Isabel fue llevada por agua desde Suffolk House en Southwark a Chelsea y el día 6, la reina hizo el viaje de regreso desde Baynard hasta Chelsea. Lo que significan estos viajes no está claro. Catalina podría haber estado supervisando la preparación de Chelsea como residencia de Isabel el día 4 y asegurándose de que se instaló en su segunda visita el día 6. O podría haber estado recogiéndola para llevarla a la fiesta familiar en Waltham. 
En cualquier caso, estaba mostrando una preocupación apropiada por su hijastra más joven, que también expresó al darle pequeños regalos de joyería, junto con regalos más sustanciales para María.  (Starkey, p. 659-60)

Indiscreciones 
La lujosa casa de Catalina, que costaba al rey £4,600 al año, se llenó con numerosos parientes (Loades, 2014)Joan Bulmer, Margaret Mawton, Alice Restold y Katherine Tylney, sus compañeras de dormitorio en Lambert, fueron agregadas a su séquito (Arnold, 1993, p. 157)Su naturaleza generosa traería consecuencias desagradables. 


En agosto de 1541, designó a Francis Dereham como secretario privado, al parecer, por deseo de su abuelastra, la duquesa viuda. En retrospectiva, no fue un nombramiento prudente. Pero, cuando se efectuó, no suscitó ningún comentario; correspondía al patrocinio convencional de una reina (Fraser, p. 507)

A comienzos de la primavera de 1541, el rey sufrió un ataque de fiebre. Su joven esposa no lo atendía en su lecho de enfermo por deseo del propio rey. Enrique pasó diez o doce días en marzo sin ver a Catalina (Fraser, p. 510-11)Fue en abril cuando Catalina dirigió una carta a Culpeper.

Maestro Culpeper,
Te recomiendo de todo corazón, rogándote que me hagas saber cómo  estás. Me enteré de que estabas enfermo, lo que me preocupo mucho hasta el momento en que escuché de ti, porque nunca anhelé tanto una cosa como verte y hablar contigo. Lo que me reconforta mucho cuando pienso en ello, y cuando pienso en que volverás a alejarte de mí, hace que mi corazón muera al pensar que no puedo estar siempre en tu compañía. Siempre confió en ti para que seas como me prometiste, y con esa esperanza todavía confió, rogándote para que vengas cuando mi lady Rochford esté aquí, porque entonces estaré más tranquila para estar a tus órdenes. Te agradezco por haberme prometido ser bueno con ese pobre hombre, que sería una pena alejarme de él, porque no conozco a nadie a quien me atreva enviarte. Te ruego le des un caballo, pues yo no he podido conseguir uno para él; por lo tanto, mandame uno para él; y con esto me despido, esperando verte de nuevo en breve. Quisiera que estuvieras conmigo ahora para que puedas ver el esfuerzo que me cuesta escribirte.
Tuya mientras dure la vida,
Catalina

Una cosa que había olvidado y es instruir a mi hombre para que se quede aquí conmigo todavía, porque él dice que lo que sea le digas lo hará.


Se desconoce la naturaleza de su relación con Culpeper. Se sabe poco de él y uno de los datos que conocemos es desagradable; violó a una mujer, mientras sus criados la sujetaban, y mató a un aldeano que intentó socorrerla. Con el rey acercándose a los cincuenta y su reciente enfermedad, no sería extraño que Culpeper (o cualquier otro cortesano) buscará el favor de la reina. Probablemente contemplaba los beneficios de casarse con una reina viuda.

Los reyes partieron a un progreso real a través del norte de Inglaterra. Los preparativos empezaron en mayo de 1541. En la tercera semana de julio, la corte abandonó Northampton en el primer tramo de su viaje hacia el norte de Inglaterra (Starkey, p. 662-3). El 9 de agosto, en Lincoln, Enrique y Catalina cambiaron sus ropajes de terciopelo verde y carmesí respectivamente por otros dorados y plateados. Luego se dirigieron a la catedral. A mediados de septiembre, la pareja se instaló en York, donde se supone que recibirían al rey de Escocia. Mientras estaban en The More, en octubre, Enrique regaló a su esposa un broche de oro con treinta y cinco diamantes y dieciocho rubíes, además de una pintura de "La historia de Noé"(Fraser, p. 521-2). El Día de Todos los Santos fue uno de los días en el cual el rey tomó la comunión públicamente en la Capilla Real. Allí, en Hampton Court, Enrique ofreció sus oraciones de agradecimiento por su recién descubierta felicidad marital con Catalina (Starkey, p. 667)


Esa dicha estaba por terminar. Los secretos del pasado y el presente de Catalina se encontraron con ella. Al día siguiente, el Día de Difuntos, Enrique asistió a misa. En su asiento encontró una carta que narraba detalles sobre la vida de su esposa en casa de la duquesa. 

Fue John Lascelles quien reveló los detalles al arzobispo Cranmer. La fuente de esta información era María Hall, la hermana de Lascelles, quien vivió en casa de la duquesa viuda al mismo tiempo que Catalina. Cranmer, a pesar de ser reformista, no tenía motivos para actuar contra Catalina. Se llevaba bien con la consorte católica. Ella no tenía interés por la Reforma ni por la agenda política de los Howard.

En la noche del 6 de noviembre, Enrique salió de Hampton Court hacia Whitehall. En una reunión del Consejo, que duró desde la medianoche hasta las primeras horas, Enrique se echó a llorar, lamentando su "mala suerte al encontrarse con esposas tan mal condicionadas" y pidiendo una espada para poder matarla él mismo, de modo que "esa mujer malvada [nunca] se deleitaría tanto con su incontinencia como debería ser torturada en su muerte". Abandonada en Hampton Court, Catalina no lo volvería a ver (Licence, 2014).

Condena


El arzobispo Cranmer fue designado para extraer una confesión de la reina. Estaba conmovido por la situación de Catalina: "La encontré en tal lamentación y angustia como nunca vi a criatura alguna, de modo que mirarla hubiese entristecido el corazón de cualquier hombre del mundo" (Fraser, p. 525-6). Es posible que Catalina pudiera salvarse a través de la prueba de un precontrato con Dereham. Siendo así, su matrimonio con el rey sería inválido desde el principio. Pero Catalina, asustada y sin ningún consejo, no se dio cuenta de que el precontrato le salvaría la vida. 

Mientras tanto, el 5 de noviembre, el mismo Manox estaba siendo interrogado en Lambeth por Wriothesley. Catalina, como hemos visto, le había negado el coito completo. Manox lo aceptó, pero pidió una muestra de su afecto. "Sin embargo", le dijo a ella, "déjame sentir tu secreto (lo nombra claramente) y luego pensaré que realmente me amas". "Estoy contenta", dijo Catalina, "de manera que usted no desea más que eso"Un día o dos más tarde, Manox y Catalina se encontraron en "la Cámara de la Capilla de mi Señora en Horsham". Manox aprovechó la oportunidad para rogarle que cumpliera su promesa. Ella estuvo de acuerdo (Starkey, p. 669).

Pero Dereham era un caso distinto. Él admitió haber compartido el lecho con Catalina en varias ocasiones. 
Alice Restwood, quien había compartido la cama con Catalina, dijo que había "tanto resoplar y soplar entre (Dereham y Catalina) que estaba cansada de lo mismo". De hecho, la respiración pesada de Dereham y otros ruidos se habían convertido en una broma en la cámara de las doncellas. Fue Margaret Benet quien escuchó que Catalina sabía cómo evitar un embarazo (Starkey, p. 670).

El 6 de noviembre, la duquesa viuda habló con su hijastro, el duque de Norfolk, y el resultado de estas conversaciones fue que estaba segura de que Catalina estaría a salvo. La perspectiva optimista de la duquesa sobre los acontecimientos pareció justificarse cuando, el 1 de noviembre, el Consejo de la Corte escribió para informar a Cranmer en Hampton Court de la decisión de Enrique sobre el destino inmediato de la reina. Sería trasladada al antiguo convento de Syon.  (Starkey, p. 673). El 13 de noviembre, Catalina se preparaba para dejar Hampton Court. La acompañarían unas pocas damas y sus vestidos debían ser de diseño sobrio. Todos sus objetos de valor, como joyas, vestidos y tocados, fueron entregados a Tomás Seymour, quien se los llevó al rey (Weir, p. 458).


Pero Catalina guardaba un secreto más peligroso. El asunto con Dereham había tenido lugar antes de casarse y cabía la posibilidad de que, con la excusa del precontrato, su matrimonio fuera anulado. 

El 11 de noviembre, bajo tortura, Dereham admitió que Culpeper le había sucedido en el afecto de la reina. Al ser interrogada, Catalina admitió que se había reunido con Culpeper en secreto en tres ocasiones en Lincoln, Pontefract y York, pero le echó la culpa a lady Rochford, quien había sido su confidente y la ayudó a organizar sus citas. Una de las damas de la reina, Margaret Morton, confesó que nunca desconfió de la reina hasta que en Hatfield la vio mirar por la ventana a Culpeper y pensaba que "había amor entre ellos" (Licence, 2014)

Catalina y Culpeper negaban haber tenido relaciones sexuales. Tanto Catalina como Culpeper insistieron en que no habían dormido juntos. También él aseguró que lady Rochford lo había provocado para que iniciara un amorío con la reina. 

Resulta llamativo e intrigante el papel de lady Rochford. Es difícil comprender los motivos por los que se involucró en el asunto. ¿Simplemente era una servidora tratando de complacer a su señora? Catalina no poseía la inteligencia ni la experiencia de sus predecesoras. Cuando el rey se casó con ella, no llevaba mucho tiempo en la corte. Pero la participación de lady Rochford resulta incomprensible. Su esposo y su cuñada habían sido decapitados hace apenas cinco años. Ella sobrevivió a la caída de los Bolena, su familia política. No era una ignorante de tales peligros.

El 24 de noviembre, Catalina Howard fue acusada de haber llevado "una vida abominable, baja, carnal, voluptuosa y viciosa" antes del matrimonio "como una prostituta con diversas personas...pero manteniendo la apariencia exterior de la castidad y la honestidad". De modo que había llevado al rey "mediante la palabra y el gesto a amarla" y "arrogantemente se había unido a él en el matrimonio". También había ocultado el precontrato con Dereham "para el peligro del rey y de los hijos a ser concebidos por ella". Después del matrimonio, había demostrado a Dereham "notable favor", mientras incitaba a Culpeper a una relación carnal, diciéndole que lo amaba más que al rey (Fraser, p. 533).

Muchos parientes de Catalina fueron arrestados por "encubrimiento de traición", incluida la duquesa viuda. El jefe de familia, el duque de Norfolk, logró distanciarse de sus familiares, e incluso escribió una carta al monarca, mencionando las faltas de su parentela y los actos "abominables" de dos de sus sobrinas.

Thomas Howard, tercer duque de Norfolk

El 10 de diciembre de 1451, Dereham fue colgado, arrastrado, y descuartizado. Culpeper fue ejecutado ese mismo día, aunque él tuvo una muerte más rápida, por decapitación. Marillac escribió al rey Francisco que Thomas Culpeper se había criado en la cámara del rey inglés desde la infancia "y corrientemente compartía su cama" ("al parecer, también había querido compartir la cama de la reina" agregaba el francés con ironía). 531

Ejecución 
El 10 de febrero de 1542, Catalina fue trasladada a la Torre de Londres en una pequeña barca. Tuvieron que subirla por la fuerza. El duque de Suffolk la escoltaba desde una embarcación más grande, llena de soldados. A su llegada a la Torre, le rindieron los honores debidos a una reina y se alojó en los apartamentos reales (a pesar de que ya no ostentaba el título) (Fraser, p. 535)


El domingo, 12 de febrero, le dijeron que se preparará para su muerte al día siguiente. Marillac escuchó que, dado que "se lamenta, llora y se atormenta miserablemente sin cesar", su ejecución se había pospuesto para darle tiempo de reponerse. Chapuys cuenta algo muy diferente; Catalina no sólo estaba preparada para su muerte, sino que incluso pasó por una especie de ensayo general para asegurarse de que todo saliera bien. Más tarde en la noche del domingo, informó el embajador, "ella pidió ver el bloque, fingiendo que quería saber cómo iba a colocar su cabeza sobre él".  Iba a ser su último acto en un gran escenario, y quería morir con toda la dignidad y compostura posible. Su solicitud fue concedida y el bloque fue llevado a su habitación (Starkey, p. 683).

Memorial en la Capilla Real de San Pedro ad Vincula en la Torre de Londres

A las siete de la mañana del 13 de febrero, los miembros del Consejo Privado la buscaron, excepto Suffolk (quien estaba enfermo) y su tío, Norfolk (Fraser, p. 536)Según Marillac, quien estuvo presente, Catalina estaba demasiado débil para caminar hacia el bloque, y no podía hacer más que confesar en pocas palabras la gravedad de sus ofensas (no especificadas). Todos estuvieron de acuerdo en que ella tuvo un final muy piadoso y cristiano, "... deseando que todos los cristianos tengan en cuenta" su "digno y justo castigo" (Loades, 2014). La quinta reina de Enrique VIII tuvo una muerte rápida en la Torre Verde, en el mismo lugar que su prima, Ana Bolena. Después le llegó el turno a lady Rochford. 

Los cuerpos de Catalina y lady Rochford fueron sepultados en la capilla de San Pedro ad Vincula. 







Bibliografia 
Arnold, M. (1993) Queen consorts of England : the power behind the throne. New York : Facts On File. Disponible en: https://archive.org/details/queenconsortsofe0000arno [22/07/20]

Fraser, A. (2007) Las Seis Esposas de Enrique VIII, Ediciones B, Barcelona.

Licence, A. (2014) The Six Wives & Many Mistresses of Henry VIII: The Women’s Stories. Amberley Publishing. Disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=6HkFBQAAQBAJ&lpg=PP1&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [22/07/20]

Loades, D. (2014) The six wives of Henry VIII, Amberley Publishing, https://books.google.com.mx/books?id=dCVmBAAAQBAJ&lpg=PP1&hl=es&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [20/07/20]

Starkey, D. (2014) Six Wives, Harper, New York. 

Weir, A. (2011) The Six Wives of Henry VIII. Random House. Disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=M1yHXitDdyQC&lpg=PP1&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [22/07/20]
 

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