6 dic 2016

Navidad en la Edad Media

Durante la Edad Media, las tradiciones cristianas adquirieron mayor sentido espiritual. Las fiestas navideñas fueron enriquecidas por una gran cantidad de manifestaciones sociales, artísticas y gastronómicas. Entre los siglos IV y VI se estableció el período de Adviento (en latín, adventus, venida), una fase de preparación espiritual para el nacimiento de Jesús, en la que se practicaban oraciones y penitencias. La duración variaba, entre tres y seis semanas. 


Transcurrido el período de Adviento, llegaban las primeras fiestas de la época navideña: Nochebuena y Navidad. Tras el banquete del 24, se acudía a la Iglesia a medianoche para celebrar la Misa del Gallo, la cual se popularizó en toda Europa hasta el siglo VIII d.C. Su nombre se debe a una leyenda acerca de un ave que pasaba la noche en la gruta de la Natividad, siendo la primera en contemplar el nacimiento de Jesús y anunciarlo. El ave anunciaba con su canto el nacimiento del Mesías. En la misa, su canto solía ser imitado por un niño del coro o se traía un ave. 

La Nochebuena no sólo era oración y solemnidad, sino también alegría entre el pueblo, entonando cantos y tocando instrumentos. La festividad alcanzó tal aceptación que incluso se extendió a otras religiones, como la musulmana. Carlomagno escogió el día de Navidad para su coronación, una decisión imitada por otros gobernantes. Guillermo el Conquistador es otro notable ejemplo. Elegían tal día por su simbolismo religioso, pues siendo una época en la que se consideraba que el derecho a gobernar provenía de un mandato divino, era relevante que la coronación fuera en Navidad. 

Coronación de Carlomagno


El belén 
El origen del belén se encuentra en Italia. Cuentan los evangelios que al nacer, Jesús fue recostado en un pesebre. En el siglo VII, el papa Teodoro recibió los restos del pesebre del Niño Jesús, el cual fue colocado en la Basílica de Santa María la Mayor. Desde ese momento, el pesebre se convirtió en un elemento esencial de las festividades navideñas. 


Ya en el siglo X se representaban episodios bíblicos del Nacimiento de Jesús, pero con el tiempo fueron adquiriendo complejidad. En el siglo XII, nació en Toledo el Auto de los Reyes Magos, una obra que incluye tres monólogos de los Reyes Magos en los que se habla de la aparición de la estrella. La obra concluye con la adoración de los Reyes en el portal de Belén. 

Tales representaciones se montaban en diferentes parroquias, con una alegría que en ocasiones daba lugar a abusos, pues algunas solían terminar en mofas. El papa Inocencio III prohibió en 1207 las escenificaciones dentro de los recintos sagrados. A partir de ese momento, los actores fueron sustituidos por figuras que representaran las escenas. Según la tradición, fue Francisco de Asís quien realizó el primer belén en una cueva cercana a Greccio. 

Fue así como, en el siglo XIII, cuando se inició la elaboración de figuras de terracota o cera para los belenes tanto en casas como templos, la tradición se extendió por Europa. Hasta la Baja Edad Media persistió la variante de origen bizantino de la Virgen acompañada por dos comadronas. Después, en el siglo XIV, la Virgen aparece sin comadronas, pues se impone la idea del parto sin dolor. El belén se convirtió en un elemento de predicación, en cuya difusión tomaron parte los Franciscanos y Clarisas. Los belenes debieron nacer en el siglo XV, al menos de la forma en que los conocemos en la actualidad.



Fuentes:
Rodríguez, E.. (2016). Navidad a través del tiempo. Diciembre de 2016, de Academia Sitio web: http://www.academia.edu/

http://www.agenciaelvigia.com.ar/
https://www.aciprensa.com

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